La nutrición se ha convertido hoy en la casa de La Charito

13/02/2019    Juan Revenga
cartel La nutrición se ha convertido hoy en la casa de La Charito

 

Consejos que vienen y van, que se contradicen entre sí, que no están claros, y que están plagados de intereses… la nutrición se ha convertido en una disciplina desordenada en donde parece no haber orden ni concierto. Mejorar el espíritu crítico mejoraría esta perspectiva.

 

No, no voy a despotricar en contra de los estudios, de la profesión, ni de la ciencia que me dan de comer. Y no lo voy a dejar de hacer por interés; creo de forma sincera en esos estudios y en esa ciencia de las que he hecho mi profesión. Pero precisamente por todos ellos creo que es preciso echar el ancla y fondear un rato. Pararnos y reflexionar sobre lo que se está perpetrando en el actual escenario de la nutrición y alimentación. Todos los días.

En ese escenario del que hablo se representan diariamente obras de terror que nos hablan de las apocalípticas consecuencias del uso del aspartamo o del consumo de los hidratos de carbono por poner solo unos pocos ejemplos. También hay dramas de amor y desencuentro como lo son por ejemplo el tema de los huevos y su valor nutricional, el de la leche tampoco se queda corto, aunque en el terreno de los dramas la cuestión de las bebidas alcohólicas y su impacto sobre la salud, es el que se lleva la palma. Además hay comedias y comedietas como para parar un tren (mejor tomárselo a risa), que si los espárragos verdes previenen el cáncer, el hongo Reishi lo cura y el arroz rojo es lo mejor de lo mejor para la diabetes; que si la Garcinia cambogia es un poderoso agente adelgazante, o el picolinato de cromo la enésima sustancia ergogénica que te va a hacer prosperar en el terreno deportivo como un auténtico Superman.  Son solo unos pocos ejemplos, realmente poquísimos en relación al inmenso catálogo de memeces que se dicen con la nutrición como epicentro.

Para llevar a cabo estas “obras” contamos con unos pésimos actores, verdaderos responsables en anónima sinergia de este desbarajuste: un determinado sector de la industria alimentaria con una desaforada ansia por mejorar su balance de cuentas a toda costa; unos “profesionales de la nutrición” entre comillas que no son tales; una industria de la suplementación que se pasa por la bisectriz los más elementales conocimientos sobre fisiología y metabolismo; unos famosos que se prestan a la promoción de cualquier cosa; unos medios de comunicación que han hecho del clickbait su filosofía de vida y; todo ello sin olvidar a una población que espera ciertas noticias complacientes como si fuera maná caído del cielo, es decir, sin la menor capacidad crítica, alegremente desinformada… en la era de la información. En resumen, creo firmemente que hemos valorado la nutrición por encima de sus posibilidades. Tristemente esta es una tendencia en alza. Ya no es extraño que alguien te eche en cara el que te vayas a comer un plátano, una manzana y un puñado de frutos secos para desayunar, mientras el inquisidor se zampa unas tortitas de arroz con chocolate (con estevia, eso sí) y un tetrabrick de jugo multifrutas con fructosa de sirope de trigo ecológico. 

Con este panorama no es de extrañar que desde un tiempo a esta parte se le haya trasladado a la nutrición y a todas las ramificaciones que esta ofrece, un poder milagroso para lo que sea, alejado de todo rigor científico. Esta es la razón por la que  un servidor, y no poc@s compañer@s más, pasamos una buena parte del tiempo de nuestra labor divulgadora desmontando bulos y tonterías a diestro y siniestro, en vez de hacer lo que más nos gustaría, que no es otra cosa que aportar contenidos en positivo. Te lo explico con un ejemplo. Imagina que en tu casa se desata un incendio, y además tienes que colocar tres cuadros… ¿crees que sería el momento de pararse para ver dónde colocar los cuadros o tratarías de apagar el fuego? Pues lo mismo en el caso de la divulgación en nutrición: lo primero es ponernos a salvo de aquello que nos amenaza de forma urgente, y luego ya las acciones en positivo… El problema es que hay demasiados incendios. ¿Quizá sea porque “la casa de la nutrición” se presta a ellos más que otras “casas”? Quién sabe. Lo que sí tenemos claros much@s dietistas-nutricionistas y otr@s divulgador@s en este campo es que esta es nuestra casa y que a estas alturas no nos vamos a mudar. A pesar de lo mucho que les gustaría a algunos que esto sucediera.

Creo firmemente que más allá de las cuestiones técnicas íntimamente relacionadas con la nutrición, buena parte de este horizonte cambiaría de forma radical en la medida de que hubiera una mayor formación científica de base, fomentando el espíritu crítico. Quizá sea una bonita utopía pero lo cierto es que con ese terreno ganado desaparecería buena parte de los charlatanes. Vendehúmos que como buenos pescadores ven en este río revuelto una forma estupenda de hacer su agosto con muy poco esfuerzo.

También es cierto que con ese punto de partida nos ahorraríamos muchos esfuerzos a la hora de explicar las cosas y por tanto sin tener la necesidad de empezar siempre tan abajo para conseguir nuestros objetivos. Para que me entiendas: ¿qué se le puede decir a alguien que te plantea la duda de si la cocaína tiene gluten? Quizá te parezca un ejemplo demasiado extremo, lo sé, pero para mí está al mismo nivel del que propone beber “agua alcalina” para mejorar vaya-usted-a-saber-que-historia.

Tener una elevada formación en nutrición está bien, pero mucho mejor que eso, o al menos mucho antes, es imprescindible estar bien formados. ¿En qué?. Pues en todo y en nada al mismo tiempo. No sé si me entiendes. Formados. Y ya. 

 

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